La Lucentina se queda
Se queda por su sabor único, su frutado verde, su amargor medio, su picante equilibrado y por sus notas dulces.
Se queda porque donde va, lleva el corazón de 1.550 familias agricultoras, de olivos cuidados y trabajados con esmero.
Se queda porque sabe unir lo nuevo con lo de siempre, sabe mantener y mejorar, sabe respetar e innovar.
Compartir La Lucentina es compartir nuestra esencia
Porque cuando alguien de Lucena comparte este aceite, pone en ti un trozo de su historia y de la de su familia. Te lleva por senderos entre olivos, a desayunos en familia, a una comida entre amigos, a una cena donde un chorro de aceite endulza el aire.
La vida que quiero
Ponte en situación: estás fuera de Lucena en tu casa, tu oficina o un restaurante, mojas un poco de aceite en el pan, o te llevas una cuchara a la boca y ese sabor te recuerda al plato que hacía tu abuela. Y, de repente, estás en la cocina del pueblo, en la casa de tus abuelos, con ese característico mantel verde a cuadros. Hace un día luminoso, y tu abuela está preparando la masa de las magdalenas que horneará esa tarde.
Donde la prueban, se queda
Los Angeles International Extra Virgin Olive Oil Awards (EE.UU.) Medalla de bronce.
No importa donde estés, importa lo que haces
Igual que nuestra protagonista, igual que nuestro aceite, desde aquí se puede llegar al mundo. Las mujeres y hombres de Lucena saben emprender, saben trabajar estén donde estén y saben que compartir La Lucentina es llevar un mensaje de esfuerzo y dedicación, pero siempre con el equilibrio que toda vida necesita.