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Glifodes del Olivo. Daños y tratamiento

El olivo, como prácticamente todos los árboles, tiene que hacer frente a una gran cantidad de plagas distintas. Pese a ser uno de los árboles con más historia del mundo, así como con una tradición inconmensurable, también tiene que hacer frente a una gran cantidad de desafíos. Hoy vamos a hablar del glifodes del olivo, una plaga preocupante por los daños que puede acabar por causarle a este árbol milenario. ¡Sigue leyendo! 

glifodes del olivo

Qué es el glifodes del olivo 

El glifodes es una plaga del olivo que se considera secundaria porque, pese a que puede causar daños, no es una de las que más presencia tiene. Se la conoce también como polilla del jazmín, puesto que no se limita a atacar al olivo, sino también a otras plantas como el jazmín. También hace otro tanto de lo mismo con el madroño, e incluso con otros cultivos que encuentra a su paso. Normalmente, suele dañar a los cultivos más jóvenes. Lo más preocupante de esta polilla es que se alimenta de los brotes más tiernos, llegando a producir graves daños a los olivares. 

Se puede distinguir físicamente porque tiene una apariencia alargada, aunque puede ser de diferentes colores, puesto que tiene la capacidad de adaptarse al entorno. Dispone de unas antenas largas, diseñadas para detectar las feromonas de otros glifodes y encontrar así a parejas para reproducirse y poner huevos. Como cualquier otro insecto, tiene un ciclo de vida que va desde la etapa de huevo hasta la de larva, pupa y adulto. Y es durante la etapa del crecimiento del olivo que se vuelven mucho más activos. 

Características más importantes de esta plaga 

Normalmente, la plaga de glifodes suele hacer acto de presencia a partir de mayo en su versión adulta. Mas es cierto que durante este mes también se pueden ver larvas todavía. Es durante los meses de julio y agosto que realmente dañan a los olivares, aunque se pueden apreciar también en junio y septiembre, dependiendo de las temperaturas que haya ese año. 

Como hemos señalado, pasan por las mismas fases que cualquier insecto. Los huevos son depositados por los glifodes adultos en la parte trasera de las hojas, donde acaban por nacer las larvas. Estas tienen un color amarillento que, poco a poco, conforme van creciendo, pasa a ser verde. De esta manera, lo que consiguen es pasar desapercibidas entre las propias hojas. 

Llegado el momento, las larvas comienzan a protegerse tejiendo una crisálida, un capullo de seda. Este lo unen a las hojas, para así poder continuar alimentándose de estas en su interior, provocando unas galerías que son muy características. Una vez llegan a la etapa adulta, se convierten en unas mariposas de un color blancuzco. 

Por regla general, es durante el invierno que nacen estas larvas, y a partir de marzo y abril comienzan a aparecer los primeros adultos. No obstante, es en verano donde realmente atacan, puesto que son insectos muy sensibles al frío. 

Como curiosidad, debes saber que los adultos buscan siempre los brotes más fuertes para así instalarse y hacer su puesta. Pero, en ocasiones, pueden aprovechar los restos de la poda para poner los huevos. La clave para detectarlos es ir revisando siempre los olivares, especialmente las hojas y haciendo hincapié en el envés de estas. Una detección temprana es la mejor manera de evitar los posteriores daños. 

Daños 

Pese a que hablemos de una saga secundaria y que, por tanto, no está presente en una gran cantidad de cultivos, puede causar daños muy importantes. Lo normal es que aparezcan en olivares jóvenes, buscando siempre los brotes más verdes, y en ese caso el daño es totalmente irrecuperable. Cuando un cultivo ya está formado y se puede considerar adulto, puede incluso llegar a pasar desapercibido. Pero en caso de que el olivo esté creciendo, puede dañar incluso las guías de crecimiento del olivo. Eso hace que su formación en cruz se retrase, y que su estructura en sí acabe muy dañada.  

Además, hemos de tener en cuenta que las larvas se pueden llegar a alimentar no solo de las hojas, sino también de la pulpa de las aceitunas. Eso provoca que estas pierdan todo su valor, y que los agricultores sufran pérdidas muy importantes. 

Por si todo esto no fuera suficiente, también debemos considerar que las heridas que causan las hembras a la hora de poner huevos, así como la alimentación de las larvas, abren heridas. Estas permiten que entren patógenos, con lo cual se agrava el riesgo de infecciones secundarias. Es por eso por lo que se recomienda estar siempre atento a este tipo de plagas, porque los daños que traen consigo no son solo los suyos. Al debilitar el olivo, y abrir heridas, todo puede complicarse considerablemente más. 

Tratamiento 

Pasamos a uno de los apartados más importantes, que es el tratamiento del glifodes del olivo. Lo primero que debes tener en cuenta es que no hay nada como la prevención, así como la detección temprana. Vigilar de forma regular los árboles para así detectar cualquier signo de infestación puede marcar la diferencia entre sufrir grandes daños o no hacerlo. Se pueden hacer inspecciones visuales, revisando siempre el envés de las hojas para detectar posibles huevos o larvas. Aunque, en el caso de olivares grandes, puede ser casi misión imposible. En ese caso, puedes apostar por usar trampas de feromonas para así monitorizar la presencia de los insectos e ir tomando medidas antes de que la situación se agrave. 

Cuando ya se ha dado la infestación, siempre se puede apostar tanto por control biológico como por tratamientos químicos. Esto debe hacerse siempre con la vigilancia de profesionales, para medir tanto las cantidades como el método de aplicación. 

Otra forma de prevenir este tipo de plagas es implementar buenas prácticas agrícolas, como podar de forma adecuada los olivares y, además, deshacerse de cualquier parte que pudiera estar infestada. Porque, pese a ser una plaga considerada secundaria, ya habrás comprobado que puede provocar grandes daños en los cultivos. 

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