Comúnmente se le llama emplomado o repilo plomizo a la enfermedad causada por el hongo Cercospora cladosporioides. Es una enfermedad ampliamente distribuida en nuestras regiones olivareras, afectando a las hojas, pero sobre todo a los frutos, llegando a ocasionar graves defoliaciones, debilitando así al olivo y generando la caída del fruto.
Nuestra variedad más predominante Hojiblanca o “Lucentina”, resulta ser muy susceptible a los ataques de esta enfermedad, llegando a tener una mayor incidencia que la aceituna jabonosa, siendo difícil para el agricultor distinguir entre el repilo y la antracnosis (aceituna jabonosa), incluyendo estas enfermedades bajo la denominación común de “vivillo”.
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Síntomas
Los síntomas en el haz de las hojas consisten en manchas cloróticas muy poco aparentes, llegándose a necrosar posteriormente, siendo síntomas que resultan más visibles en variedades susceptibles como lo es la Hojiblanca. En cuanto al envés, aparecen unas manchas de color grisáceo irregularmente distribuidas.
Las hojas afectadas con o sin síntomas aparentes, terminan por caer.
La sintomatología en el fruto varía según la variedad y la madurez de este. Cuando el fruto se encuentra verde, se desarrollan pequeñas lesiones redondeadas y deprimidas de color marrón, creciendo al madurar el fruto. Como consecuencia, las aceitunas afectadas, no maduran correctamente llegando a momificarse.
Cómo prevenir el repilo del olivo
Para prevenir este tipo de infección es recomendable realizar tratamientos preventivos antes de la recolección de las yemas. Los métodos más utilizados para evitar el repilo son evitar el exceso de nitrógeno y mantener un nivel adecuado de potasio en el suelo, además de aplicar un tratamiento con base de cobre en la zona inferior del árbol. Si la plantación se encuentra en una ubicación muy sensible a la infección, es importante realizar tratamientos con mayor frecuencia, especialmente en las estaciones de otoño e invierno.
El principal medio de dispersión de este hongo es el agua, por lo que se aconseja evitar que la humedad relativa sea próxima a la saturación y que el agua de riego no se encharque en el suelo. Además, es importante evitar que la copa del árbol cubra demasiado el olivo, para garantizar una adecuada ventilación. La temperatura óptima para que germinen las conidias suele oscilar entre 18 y 22 ºC.
Resistencia a la enfermedad
Existen algunas variedades de olivo que son más resistentes a la micosis, aquellas con hojas y frutos pequeños como la Arbosana, la Galega vulgar, la Lechín de Sevilla, la Korneiki, la Manzanilla de Hellín, la Cipressino, la Pequeña de Casas Ibáñez, la de Casa Villalonga o la Farga. También hay variedades como el Picudo de Montoro, Megaritiki y Leccino que tienen una mayor resistencia que la media.
Por otro lado, hay variedades como el Verdial, Arbequina, Manzanilla, Picholine Marocaine y Frantoio que son más propensas a ser afectadas por el hongo debido a que sus características son diferentes a las del olivo silvestre o acebuche. Aunque no existe ninguna variedad de olivo que ofrezca una inmunidad completa, aquellas con características similares a las del olivo silvestre tienen una mayor resistencia a esta micosis.
Recomendaciones para contrarrestar el ataque
- Para contrarrestar el ataque, se recomiendan las medidas culturales que favorezcan la ventilación de los árboles, como la poda selectiva, elección de marcos amplios de plantación y evitar establecer plantaciones cerca de ríos, arroyos y zonas húmedas.
- La utilización de variedades resistentes es también recomendable especialmente en zonas endémicas o en campos donde se den condiciones favorables para el desarrollo de la enfermedad.
- Por último, para cultivos susceptibles como nuestro caso, la realización de tratamientos foliares con componentes cúpricos, siendo necesarios en los meses de infección más importantes, octubre-noviembre y febrero-marzo
El repilo en Andalucía
En España el repilo afecta a un gran porcentaje del olivar, aproximadamente el 65%, y se encuentra presente en todas las provincias de Andalucía. Además, se considera una enfermedad endémica en las provincias de Córdoba, Sevilla y Jaén. La mayoría de las variedades de olivo cultivadas en esta tierra tienen posibilidades de contraer esta enfermedad.
Consideraciones finales
La utilidad preventiva de los productos cúpricos hace que el momento en el que se apliquen sea clave para controlar la enfermedad del repilo. Por ello, se recomiendan tratamientos al principio del otoño, al final del invierno y en primavera. El número de aplicaciones necesarias para un control óptimo dependerá del nivel de infección y de las condiciones ambientales. En los años con una elevada carga de inóculo (lesiones) en invierno, el tratamiento de primavera resulta fundamental para proteger las hojas nuevas, altamente susceptibles a la infección, y evitar con ello mayores epidemias en otoño e invierno. Estas aplicaciones primaverales pueden combinarse con fungicidas sistémicos o penetrantes para incrementar el efecto erradicante o curativo.
Por otra parte, se están realizando estudios sobre la resistencia adquirida en olivo, un mecanismo de defensa de la planta frente a los patógenos. Se han identificado genes relacionados con la resistencia al repilo que responden a ciertas moléculas inductoras y se han demostrado los efectos post-infección de ciertos compuestos cúpricos, así como los efectos protectores de sustancias orgánicas, abriendo nuevas vías de control para esta enfermedad.
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Bibliografía
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